Como mira la Televisión Alemana Pública el problema de la XI ronda petrolera y el proyecto Yasuni ITT:
¿No sólo Yasuní sino la Amazonía entera?
Desde Bélgica se apoya a Ecuador con su proyecto Yasuní,
justo cuando nuevas licitaciones petroleras levantan protestas. En Bruselas, DW
recogió puntos de vista.
Justo cuando el gobierno de la región belga de Valonia
aprueba un aporte adicional de 300.000 euros a los 1,5 millones ya aportados al
fondo Yasuní –la propuesta ecuatoriana de dejar bajo en el subsuelo 800
millones de barriles de petróleo a cambio de que la comunidad internacional
aporte la mitad de los ingresos que dejaría de percibir por ello-, la apertura
de una nueva ronda de licitaciones petroleras para la Amazonía y la resistencia
de las comunidades indígenas subraya una de las contradicciones más agudas que
vive Ecuador.
José Gualinga, líder de la comunidad Sarayaku, y Déborah
Salgado, embajadora de Ecuador, en un debate en Bruselas
Una visión desde Bélgica
“El proyecto Yasuní es una lección de innovación en una
transición hacia otro modelo de desarrollo que incluya energías renovables,
eficiencia enérgetica, regeneración de ecosistemas. A la vez aumenta la presión
sobre sus zonas vecinas”, decía Oliver Bierin, representante del ministerio
valón de Desarrollo. Pocos días antes, el Parlamento belga había aprobado su
apoyo al innovador plan ecuatoriano.
Esto plantea un desafío adicional para el gobierno del país
sudamericano: “que tiene que encontrar un equilibrio entre la búsqueda de
fondos para su política social y el cambio hacia una modelo de desarrollo que
renuncie al petróleo”, opina Bierin subrayando tanto el respeto a la soberanía
estatal como a los derechos indígenas.
No basta con el Yasuní
“No podemos ser la cruz de Yasuní”, decía José Gualinga,
líder de la comunidad Sarayaku, que desde el río Bobonaza en el corazón de la
selva amazónica, logró en junio de 2012 –por fallo de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos- detener la explotación petrolera inconsulta de la
transnacional Texaco.
Hernan Malaver Santi, representante de la comunidad, durante
una gira, en septiembre en Bruselas
“Cómo puede ser que se conserven 200 mil hectáreas y se ponga
en mano de las petroleras 4 millones de hectáreas de selva primigenia, de la
misma categoría megadiversa que Yasuní? ¿Cómo es posible que un país pionero en
dejar el petróleo bajo el suelo entregue millones de hectáreas a un proyecto
que sólo trae muerte?”, cuestiona Gualinga que además afirma que las
comunidades no han sido bien consultadas previamente.
Aunque la extracción del crudo no se diese exactamente en
los territorios habitados por los indígenas -1200 en el caso de los Sarayaku-
las detonaciones para la creación de los pozos acabarían con la selva, los
animales y la cultura de estas poblaciones. “Todo Bélgica y Luxemburgo podrían
ser destruidas con esa cantidad de explosivos”, advierte Gualinga.
Amparados en acuerdos internacionales
“Desde Canadá a la Argentina, Amnistía Internacional ha
constatado una serie de casos de grandes proyectos de explotación de recursos
en territorios indígenas y los indígenas no han sido consultados o no han sido
consultados suficientemente”, explica Claudio Guthmann, coordinador en Bélgica
de la organización defensora de derechos humanos. Tanto decir “sí” o “no” es
parte de los derechos de los pueblos autóctonos acordados por la ONU en 2007
como el decidir sus propias prioridades de desarrollo.
¿Y qué es desarrollo?
“Estamos trabajando en la propuesta de una declaración de de
desarrollo desde la `selva viviente´. Similar a la propuesta de Yasuní,
proponemos dejar bajo tierra el petróleo y declarar la Amazonía un territorio
intocable en el cual sí realmente se pueda dar el plan de vida Suma Kawsay, el
buen vivir”, explica Gualinga a DW.
El eje central de nuestra propuesta no es el hombre, sino la
naturaleza. El Suma Kawsay tiene que garantizar el equilibrio de la Pachamama”,
afirma Gualinga anunciando que su pueblo optará por la resistencia.
Desafío para el gobierno
“Sarayaku somos todos”, dice por su parte Déborah Salgado,
embajadora adinterim de Ecuador ante el Reino de Bélgica, subrayando los
objetivos de desarrollo sociales y medioambientales del gobierno del presidente
Rafael Correa.
La inclusión del `buen vivir´ en la constitución, la
reducción del índice de pobreza, el reconocimiento del país como plurinacional,
los planes de cambiar de matriz energética y el hecho de llevar a la cumbre
climática de Doha la propuesta de contabilizar las emisiones evitadas son
subrayados como logros de este gobierno. Con todo, Quito hace hincapié en el
derecho del Estado a los recursos del subsuelo.
"No podemos ser la cruz de Yasuní", José Gualinga
De Yasuní a toda la Amazonía
Así, “es evidente que Ecuador se enfrenta a una
contradicción, entre proteger una zona y a su gente y por el otro explotar una
zona con los riesgos que ello conlleva. El país deberá buscar el equilibrio
entre el desarrollo legítimo y soberano de un Estado en su conjunto y los
intereses de estos pueblos primigenios a quienes ampara una convención
internacional”, dice Bierin a DW.
No obstante, no se trata sólo de un territorio en América
del Sur: “la polución y el cambio climático no tienen fronteras. Y lo que sucede
en la selva amazónica tiene implicaciones globales. En este sentido apoyamos el
Proyecto Yasuní, porque permite poner a discusión la reforestación, la
protección de la biodiversidad y el desarrollo sustentable también de las
regiones aledañas, esperamos que no sólo en Ecuador sino en toda la Amazonía”.
Autora: Mirra Banchón
Editor: José Ospina-Valencia
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