Los escenarios naturales del cañón del Pastaza, con la verde meseta amazónica acompañan a los viajeros por la carretera de 62 kilómetros, que une Baños de Agua Santa, Tungurahua, con Puyo, Pastaza. Un placentero trayecto que obliga a los viajeros a abastecerse o descansar por horas en la parroquia Río Negro, ubicada a 30 kilómetros de la ciudad de Baños. Los paraderos, hosterías, micro empresas comunitarias y los senderos ecológicos ayudan a dinamizar la economía de ese poblado y lo ha convertido en un punto de desarrollo turístico importante en los últimos cinco años . Enrique Mayorga, director de Turismo del Municipio baneño, explica que desde hace más de una década, la mayoría de los 1 300 habitantes se dedica a la producción de caña de azúcar, plátano, yuca, mandarinas y naranjilla. “Pero en el último lustro se comenzaron a construir hosterías, criaderos de truchas y senderos ecológicos que obligaron a los viajeros a detenerse para ver qué estaba ocurriendo y les gustó mucho”, dice Mayorga. A 100 metros del parque central se encuentra la avenida Las Estancias. Para arribar a la carretera adoquinada se debe cruzar un puente de hormigón que conduce a una comunidad del mismo nombre. Entre la espesa vegetación sobresalen casas con paredes de madera y otras de bloque. En sus ingresos se colocaron carteles que invitan a degustar la tilapia asada o el caldo de gallina criolla. Los carros se estacionan en parqueaderos adecuados para ese fin.
Luego los turistas caminan por senderos bordeados por piscinas con truchas inquietas y cabañas pintorescas donde se adecuaron mesas, hamacas y sillas con madera natural, que armonizan con el entorno subtropical. Uno de esos criaderos con restaurante es el de los esposos Dolores Moncayo y Arnaldo Altamirano. En el 2000 llegaron del cantón Pallatanga, en Chimborazo, y se enamoraron del lugar. Compraron una hectárea de terreno por donde pasa el río Las Estancias. “Las truchas y las tilapias se reprodujeron muy bien. Empezamos con una piscina y ahora tenemos seis”, dice Moncayo, quien ahora cuenta con un total de 20 000 peces y alevines. La pareja se capacitó en la preparación de este pez. Hoy ofertan truchas al vapor, al vino, asada y con ensaladas. El plato cuesta USD 3,50 y el turista puede pescar la trucha que desee. Los caldos de gallina cuestan USD 2. La bonanza de los criaderos de truchas también atrajo al Centro de Meditación Vrindavan. Techos cubiertos con paja, paredes de madera y una estatua de un dios hindú complementan el sitio, ideal para la meditación. Witya Cepal es el administrador y cuenta que el sitio ofrece un turismo alternativo. “Hacemos retiros espirituales, turismo místico y ecológico. Enseñamos cómo construir huertos modernos en departamentos”. A la zona los turistas también llegan por la variedad de frutas.
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