sábado, 24 de noviembre de 2012

Incendio en el barrio Esmeraldas Libre en Lago Agrio


Lago Agrio.- Mientras Dolores lloraba, observando cómo su precaria vivienda era devorada por las llamas; buscaba a su madre, una anciana que se gana el sustento con el expendio de aguas y chupetes en la parada de “La Putumayo”, en el centro de la ciudad. “A su mamá no la hemos visto, pero parece que está allá abajo. El que murió es su marido”, murmuraban las vecinas.
Un incendio, provocado al parecer por Jairo, miembro de una de las familias afectadas, terminó con cuatro casas de madera. Él vivía con Dolores y su hija Nancy. La noche del miércoles 14 de noviembre un pedacito de infierno se instaló en el lugar.
 Confusión
Los miembros de la Policía arribaron confundidos al primer domicilio que ardía en llamas, ubicado en la calle Oriente, barrio Esmeraldas Libre; al escuchar disparos creyeron que se trataba de una balacera. Cuando llegaron, vieron a un hombre muerto junto a un tanque de gas que había explotado, el inmueble estaba quemándose. Se comunicaron con los bomberos y acordonaron el sector.
La incinerada, era una de las casas rústicas de madera en las que habitan vendedores ambulantes. Jairo, esposo de Nancy, era uno de ellos. Al parecer había problemas económicos en su hogar.
Cuando los bomberos aparecieron las lenguas de fuego consumían el primer inmueble, pese a contar con dos unidades y un vehículo abastecedor de agua, no pudieron salvarlas. Pudieron evitar, eso sí, que otras viviendas se afecten.
En la calle, patios y bordos, cientos de miradas observaban el flagelo. Los curiosos tomaban fotos, filmaban; comentaban y criticaban la actitud de Jairo.
A eso de las 21:00, los socorristas culminaron su trabajo. El mayor Rivera, comandante de la operación, salió exhausto; se sentó, sudoroso, impotente y con ganas de sollozar. Estaba pensativo y molesto, no quiso hablar.
Media hora después, en algo parecido más a una bandeja para hornear chanchos que a una camilla, la Policía sacó el cadáver del pirómano; estaba cubierto con una tela blanca. Lo subieron al coche de Medicina Legal y lo trasladaron a la morgue.
 Posible suicidio
La versión sobre lo ocurrido, según se conoció, es que Jairo se suicidó después de prender fuego a la casa; un tiro al cilindro de gas habría bastado para desencadenar la desgracia. Un agente salió con una bombona ennegrecida por el hollín y la puso en un automotor.
El jueves amaneció oscuro, los indicios de lluvia entristecían aún más el lúgubre cuadro de escombros. En el sitio, un vendedor ambulante se alistaba para la faena, ponía los chochos y el tostado en una carreta. Su mujer, una adolescente de 15 años, aproximadamente, cargaba a un niño y trataba de ayudarlo. Más adentro, las vecinas comentaban los acontecimientos: “A la señora no la hemos visto, parece que durmió ahí. En la mañanita, dicen, agarró a la niña y salió con la abuela, a pedir ayuda, seguramente…”.
 DATOS
Una discusión entre los esposos Dolores y Jairo, quien amenazaba con golpear a su hija Nancy, precedió a la fatal decisión del hombre que, ofuscado, decidió terminar con todo.
Según Dolores, Jairo no era alcohólico ni estaba borracho. El arma con la que disparó contra el cilindro de gas, supone, la tenía porque antes trabajaba como guardia de seguridad.

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