martes, 17 de enero de 2012

El shuar recupera el deporte ancestral

Los participantes en los deportes ancestrales amazónicos tuvieron que correr descalzos sobre piedra y barro. Trepar una liana (bejuco), lanzar una pesada lanza de chonta y medir sus fuerzas con una cuerda y para defender a sus aguerridos equipos. Los juegos ancestrales de la nacionalidad Shuar se realizan desde hace medio siglo en la Amazonia. En esta ocasión, las competencias se desarrollaron en un torneo informal en la comunidad shuar de Tawasap, en Morona Santiago. Fueron una parte del entretenimiento de una ceremonia ritual con la ayahuasca que se efectúa en enero. La ayahuasca o Nateem es un bejuco que cuando se bebe en infusión tiene efectos alucinógenos y medicinales de limpieza del sistema digestivo y nervioso. Las competencias se efectuaron en la comunidad de Tawasap, nombre que alude a una corona de plumas exóticas exclusiva de los jefes. Está en la parroquia 16 de Agosto, del cantón Palora, en el norte de esa provincia a una hora, al sur de Puyo, capital de Pastaza. Está asentada sobre una colina llamada Arutam Mura que significa Montaña Sagrada. La mayoría de sus 1 000 habitantes está distribuida en 17 comunidades. Uno de esos poblados es Tawasap. 










Ahí habita la familia de Tzama Stalin Tzamarenda, un líder de 42 años, que promociona el ecoturismo y su cultura ancestral. Esto es su vestimenta, lengua (shuar-chicham), medicina natural, vivienda y forma de vida. También su dios Arutam que, según ellos, está dentro de las cascadas sagradas de la Amazonía. Los deportistas se concentraron en la cima de la Montaña Sagrada. Era una mañana tibia después de una noche en la que cayó una copiosa lluvia. Al amanecer se sentía la frescura del aire puro que produce el bosque tropical. Entre los equipos participantes había turistas que llegaron desde Chile, Argentina, Colombia, la Escuela de Formación de Soldados Iwias (Demonios de la selva) que tiene su sede en Shell, en Pastaza y el equipo local con integrantes de la nacionalidad shuar. 
Ninguna de las delegaciones tenía uniforme. Todos actuaron con ropa informal a excepción del uniforme militar de los Iwias y el traje de los shuar que consta de un itip, que es una especie de tela blanca con negro en forma de falda elaborada con algodón. También usan grandes collares (esandi) que se cruzan sobre el pecho. La primera competencia fue la carrera de descalzos. Tzamarenda dio las reglas. Debían correr dos kilómetros entre un sendero selvático en donde hay tramos de filudas piedras, pendientes fangosas y otros tramos donde la hojarasca se mezcla con el barro. La condición era que debían llegar hasta el río Yawinst. 
A las orillas de ese afluente estaba un juez, quien les entregaría una pequeña piedra. Era la señal de que llegaron a la primera meta y debían retornar a la Montaña Sagrada, la llegada definitiva de esta fase. En esta competencia el ganador fue Klínger Yautico Guajuyata, de 16 años. Él se impuso ante los competidores pese a que resbaló en una de las pendientes y tuvo que dar un trampolín para recuperarse . Quedó todo enlodado. 
Así venció a la experiencia y formación de los soldados Iwias. Los improvisados deportistas extranjeros se lamentaban del dolor, las llagas y las leves heridas que les causó la carrera atlética. El segundo deporte fue más divertido y con menos esfuerzo. Se trató del lanzamiento de una pesada lanza de chonta. De una madera muy dura y de color negro con café que se usa además para muebles y artesanías nativas. Para sorpresa de todos, el triunfador de esta etapa fue el joven chileno de 19 años, Juan Pablo Arriagada. El deporte ancestral que atrajo la mirada de lugareños y extranjeros fue la trepada de la liana. El ganador fue Nanki Tzamarenda. Su nombre significa Dios de la lanza. Él trepó una liana en forma de trenza de 12 metros de largo en 12 segundos.






1 comentario:

  1. Por favor necesito contactarme con Stalin Tzama. Escribir a mi correo karenfabioladm@gmail.com

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