Marlon Santi Kichwa de Sarayaku fue Presidente de la CONAIE |
Por: Marlon Santi.
Sarayaku runa
Este 11 de mayo se celebran 20 años de la gran caminata realizada por la
organización de pueblos indígenas de Pastaza, OPIP, denominada “Marcha por la
tierra, por la vida, levantémonos”. Se levantó una voz nacida desde las
entrañas de la selva amazónica.
Eran los años cuando el movimiento indígena amazónico empezaba a
reclamar sus derechos al reconocimiento de las tierras consideradas
baldías por los poderes del Estado. Muchos de los compañeros salieron a
caminar: los kichwas desde la distintas zonas donde habitan, como los de la
cuenca del Kuraray; los compañeros de la cuenca del Villano, los
compañeros de la cuenca del Bobonaza.
Los pueblos amazónicos, descritos hasta entonces como pueblos sin a
alma, sujetos a la inhumana discriminación, rezagos quedados de la conquista.
Los ideólogos de la marcha fueron del legendario pueblo de Sarayaku, que
en múltiples reuniones analizaba el peligro que veía venir en el futuro: la
continuación de las doctrinas de la colonización ahora en cabeza de los
madereros, las industrias petroleras, mineras, los planes de los gobiernos
que estaban listos para ejecutar el mal llamado desarrollo.
Fue el inicio del reconocimientos de las nacionalidades amazónicas.
Empezaba allí un proceso de unidad en la diversidad en el seno de la OPIP, por
parte de los Shiwiar, Saparas, Achuar, Waorani, Shuar ya no como los pueblos a
los que denominaban salvajes los misioneros de la evangelización, sino en la
capacidad de poner en la agenda política su condición de pueblos libres, su
autodeterminación; que piden el reconocimiento de sus territorios, mediante
títulos de propiedad colectiva que garantice la vida y la continuidad de su
cultura en las futuras generaciones.
A la vista del Gobierno, parecían como pedidos imposibles de conceder.
Los dueños ancestrales de estos territorios pidiendo a los amos supremos su
reconocimiento. Parecía que la historia marchaba al revés. ¿Porqué pedir,
siendo nosotros los dueños? ¿Por qué estar pidiendo que se nos otorguen
títulos sobre lo que siempre había sido nuestro?
En la realidad, era enfrenta la continuación de la doctrina
colonizadora, que buscaba aniquilar a los indígenas y hacerse ser dueños de
todo lo nuestro, hasta de nuestras vidas.
La Gran Marcha inició en Unión Base, sede de la CONFENIAE.
Partió bajo la lluvia con toda la fuerza de la selva hasta llegar a Quito
luego de un mes de caminata. Las voces se hicieron escuchar "solo somos
llamados ecuatorianos en tiempo de votos, luego nadie se acuerda de
nosotros....de aquí nos iremos arreglando nuestro territorio señor
gobierno" decía Beatriz Gualinga, lidereza de Sarayaku. En otro tono decía
“Queremos nuestro territorio para vivir y no para vender como pedazo de
pan" Angel Tzamareda, dirigente de la CONFENIAE.
Un 11 de mayo de 1992, el Gobierno entregó los títulos de propiedad a
las nacionalidades amazónicas. Cuatro millones de hectáreas, pero astutamente
dejaron unas cláusula en las escrituras donde garantizaban que los recursos
naturales aun pertenecía al Estado.
Mucho de nuestros líderes ya no están aquí. Dejaron el territorio para
los hijos y partieron a la eternidad.
Pero aquí seguimos nosotros, en la ruta de la lucha y la rebeldía.
Después de 20 años algo paradójico ha sucedido: el gobierno de la revolución
ciudadana ha planeado entregar 4 millones de hectáreas a las empresas
transnacionales petroleras. Así es la situación actual.
Después de 20 años se celebra el día de las nacionalidades en la ciudad
de Puyo con 20 mil dólares de presupuesto, convirtiendo esta fecha en mero
folklore. Los prefectos y alcaldes después de 20 años solo nos ven como folklor
y no como los sujetos de cambio que hemos sido para la nación.
Para reivindicar nuestros derechos y la memoria de Raúl Viteri, Beatriz
Gualinga y tantos otros luchadores amazónicos, en Puyo sonarán mas de mil
tambores desde la madrugada del 11 de mayo. Mil lanzas, mil cornetas, y la
voces de nuestra presencia en la Región Amazónica, en Latinoamerica y en el
mundo.
Haremos despertar a la ciudad con danzas de guerra y diremos a los
gobernantes que aún seguimos en de pie y nuestro territorios no se vende, es
para nosotros y para nuestros hijos.
La selva es para quienes vivimos allí y para los que vendrán.
Y en la legendaria selva de Sarayaku seguimos celebrando día a día el
despertar de la Madre Tierra y el canto de la libertad de los pueblos.
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