martes, 4 de junio de 2013

La Amazonia late al otro lado del mundo…(historia de un hijo de Pastaza en República de Sudán del Sur)



Pequeño retrato de un soldado amazónico en una misión de paz

Mayor. Favian Vinicio Campaña Torres en Sudán

 El ser parte de una misión de paz es una aventura diferente y singular, inicialmente se deben tomar largos días de entrenamiento durante casi dos meses en la Escuela de Misiones de Paz Ecuador (UEMPE), en la que se forman los oficiales de las Fuerzas Armadas Ecuatorianas, quienes después de aprobar el curso de expertos en misión, están en condiciones de ser tomados en cuenta como candidatos para desempeñarse dentro de los contingentes militares en las diferentes misiones de paz alrededor del mundo. Ecuador participa dentro de la ONU (Organización de Naciones Unidas) desde el año de 1952 en países como: Líbano, Israel, Haití, El Salvador, Sudan, Sudan del Sur, Liberia, Costa de Marfil, Marruecos, y Afganistán, y ha sido representado por personal civil y militar de manera exitosa.


Medalla de reconocimiento al Mayor 
Favian Vinicio Campaña por parte de la ONU por su trabajo al serviciod e la paz en la Misión de Sudán del Sur.

 En el año 2012, después de culminar el curso de expertos en misiones de paz fui llamado a participar en un riguroso proceso de selección que supone pruebas de dominio del idioma inglés, conducción de vehículos 4 x 4, resistencia física y capacidad psicológica para esfuerzos prolongados en condiciones difíciles, luego de lo cual fui designado en Representación del país para desempeñarme en la Republica de Sudan del Sur en calidad de Oficial Militar de Enlace de la ONU, dentro del proceso de Paz que lleva adelante esta organización desde el año 2011 en que se alcanzó la independencia de este país, tras una larga y cruenta guerra civil que enfrento al norte y al sur del Sudan por más de 20 años.

La República de Sudán del Sur ha sufrido de constantes guerras civiles por la inestabilidad política

  Sudan es un país que se encuentra justo en el corazón del África, un continente desgarrado por el hambre, el olvido, la falta de vías de comunicación producto de sus sucesivos conflictos y la poca ayuda internacional que lo han convertido especialmente a la región sub sahariana en una de las zonas más pobres y menos desarrolladas del planeta. En este país todo el paisaje cambia, atrás queda el paraíso de nuestro bello Ecuador, o las enormes ciudades europeas que se deben atravesar antes de llegar, se debe viajar casi una semana completa atravesar el mundo entero y saltar dos enormes charcos que suponen los océanos y por fin encontrarse cara a cara con el desconsuelo, la vida hecha harapos y destrozada por la guerra, pueblos enteros sin casas, sin calles, carentes de servicios básicos, con la gente asustada que mira de soslayo a los Kawalla (extranjeros) desconfiada, con niños y ancianos atacados por la lepra o la malaria, o simplemente por los efectos del clima que en ocasiones alcanza los 52 grados bajo el quemante sol que arde durante 8 meses en la estación de sequía total.

"Nuestra participación estuvo matizada por llevar un mensaje de ecuatorianidad y orgullo cívico al ser el representante de nuestra provincia de Pastaza en esta misión y haber cumplido a cabalidad dentro de nuestra tarea en el concierto mundial de las diversas naciones participantes" Mayor Favián Vinicio Campaña

 Fui asignado inicialmente a Nasser, a una base de soporte de la ONU, en compañía de oficiales de las hermanas republicas de: Indonesia, Alemania, Dinamarca, Benín, Senegal y la India, nuestro trabajo diario consistía en brindar ayuda y apoyo a la naciente república en temas de carácter militar al Ejercito Sud sudanés, proteger a la población vulnerable sobre todo mujeres, ancianos y niños, además de colaborar en todas las actividades de la ONU, para alcanzar el principal objetivo de preservar la paz y propender al desarrollo de Sudan del Sur.

El Mayor Favián Vinivio Tamayo fue nombrado como líder de dos bases de observadores militares en este país.

 Fueron necesarias largas horas caminando, manejando o suspendidos en enormes helicópteros, ora por zonas inundadas y boscosas, ora entre el semi desierto, o por las enormes sabanas cubiertas de sequedad  para alcanzar los puntos más alejados de este enorme y casi desolado país de cerca de 6 millones de habitantes, reunir a las personas en los poblados, auscultar sus necesidades, buscar las unidades militares, planificar, coordinar, evaluar, discutir, requerir y finalmente proveer nuestra ayuda de alguna manera importante.


Al cabo de seis meses, fui condecorado con la presea a los servicios a la paz mundial, que otorga la ONU a los oficiales en misión, después de este tiempo fui considerado además para encargarme de liderar a la base de Nasser, teniendo bajo mi mando a oficiales hasta en el grado de Coronel de naciones europeas, africanas, y del Asia. Y fuimos al cabo de 8 meses reasignados a la población de Renk cerca de las  fronteras con Etiopia y Sudan del Norte, allí permanecimos 4 meses más liderando directamente la base, debido a que la ONU considero que nuestro trabajo fue de alguna manera eficiente y tuvimos la suerte de comandar a oficiales de Dinamarca, Egypto, Zambia, Senegal, Alemania y Australia.


La misión culmina ahora al cabo de un año, y nuestra mente retorna a nuestro Ecuador, a nuestra tierra canela de las cascadas, los ríos y la espesura de nuestra selva, a nuestro hogar lejano a nuestra vida de siempre. Pero como olvidar lo vivi
do, como no recordar este tiempo fabuloso de oportunidad generosa provista por Dios para ayudar y brindar nuestra mano y poder derramar un grano de arena que ayude a este pueblo a caminar a  mirar hacia adelante. No sé si nuestro contingente fue lo mejor que estuvo en el África, ni siquiera si la ayuda prestada fue oportuna y suficiente, solo sé que al mirar los rostros de esta gente que se me antoja infeliz, desvalida. Allí en esas caritas sucias de los niños hijos de la guerra, pajaritos asustados arrojados de sus nidos con las marcas de la malaria, el dengue o la desnutrición, en los ancianos que a pesar de haber perdido la esperanza ven en nosotros una luz al final del túnel, puedo decir que valió la pena, que nuestro trabajo, y el aporte de la ONU, de nuestro país de nuestras Fuerzas Armadas y en mi caso de nuestra añorada amazonia fueron una mano importante y de alguna manera esperanzadora.


Pero también me queda el recordar momentos difíciles durante la misión, la perdida de compañeros que por infortunios del destino ofrendaron su vida en el cumplimiento del deber, a los soldados del contingente de force protection, a los pilotos del UNO 5203, Observadores militares como mi compañero William Wisigunda, y personal civil del staff internacional, por ellos elevo mi oración al todo poderoso para que sus familias encuentren consuelo y protección y que ellos mismo hayan arribado finalmente ante su presencia y cumplido su última misión, y les doy las gracias por su amistad y por su sacrificio con el que si bien no ganaron el cielo, al menos hicieron los méritos suficientes para merecerlo. 


Al final no me queda sino recuerdos, fotografías, con experiencias enriquecedoras llenas de grandes satisfacciones, y la conciencia social plena y adusta, capaz de desempolvar los sentimientos de amor hacia nuestro querido terruño hacia nuestra provincia a nuestra región amazónica, que es en resumen el paraíso que hará posible la utopía de sonar con un mañana mejor.


Que Dios nos siga proveyendo de nuestra patria amada, y que podamos en un futuro no lejano verla radiante y majestuosa como una potencia emergente capaz de destronar cualquier paradigma para alcanzar el desarrollo, pero sobre todo y más que nada que nuestra patria siga siendo por siempre  tierra de hombres y mujeres solidarios, llenos de fuerza y vigor para levantarse y erguirse frente al mundo, para decir que no hay tierra más hermosa, que este paraíso terrenal donde se respira libertad pero sobre todo y más que nada el bien más preciado que tiene la humanidad LA PAZ.

Carta del Mayor Favian Vinicio Tamayo desde República de Sudán del Sur a Eco Amazónico.

Edición: Diego Escobar 

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