miércoles, 3 de abril de 2013

La venta ilegal de la carne de guanta sigue en Coca

La compra y venta de productos en el mercado de Coca, en la avenida Alejandro Labaka, en el centro de la ciudad, todavía esconde la comercialización ilegal de carne de monte. Hace 15 días, pasadas las 09:00, dos vendedores trataron de cubrirse el uno al otro para no ser vistos por las autoridades. En cuestión de segundos, el uno sacó la carne, la pesó en la balanza y la entregó. “USD 3,50 y si quiere más sí tenemos, estamos hasta el mediodía”, dijo mientras observaba a los alrededores y escondía una pierna de guanta, que se comercializa en USD 50.

La legislación ambiental ecuatoriana prohíbe la venta de cualquier animal silvestre. Solo se puede cazar para consumo, no para comercializar.
Con esta base legal, el Ministerio del Ambiente de Ecuador (MAE) emprendió la Campaña para la Prevención de Delitos Ambientales, que busca concienciar en las comunidades sobre el peligro que existe de que la fauna de la Amazonía desaparezca.
En la visita que este Diario realizó hace 15 días se constató que en el mercado de Pompeya, en donde hace años era común la venta de animales silvestres, ya no se da esta práctica. El control de las autoridades se ha intensificado en este lugar.
Pero esto no ocurrió en la feria del domingo en Coca. La venta informal no solo se realiza en puestos del mercado, también se camufla como carne de pollo en un asadero.

En la misma cuadra del mercado se expenden cuatro pedazos de carne de guanta en un pincho a USD 1. La gente hacía fila para comprarlos bien asados. En este mismo sitio se ofertaba sopa de guanta a USD 3,50.
Con 1 kg de guanta se pueden preparar hasta cinco platos.
Actualmente, en estos sectores se observan afiches en contra de la comercialización de guanta. “Si vendes carne de monte es plata para hoy y hambre para mañana”, es una de las frases que se multiplican por las calles. Otra frase que ha sido parte de esta campaña es: “Guanta, saíno, huangana o danta. La selva ya no aguanta”.
Esta campaña también se ha extendido a transportes urbanos e interparroquiales. Y se trabaja para que los dueños de los restaurantes cambien su oferta de menú y los turistas ya no lo demanden.

En los alrededores del mercado de Coca, la gente sabe que está vigilada por los policías municipales, pero uno de ellos -al ser consultado sobre sus labores- dijo que se encargan de controlar que las balanzas de peso estén correctas, del tránsito y del orden en las ventas ambulantes en general.
Aseguró que los encargados de decomisar carne silvestre son los empleados de la Intendencia, pero ellos ya no trabajan el domingo que se desarrolla la feria.
El personal de la Capitanía del Puerto de Orellana, junto con representantes del Ministerio del Ambiente y de la Policía, decomisa las libras de carne silvestre en la población de Pompeya, principalmente en la vía fluvial.
En los operativos realizados en el 2011, por ejemplo, se logró decomisar un total de 1 128 libras de carne en el río Napo.

Actualmente, los operativos se realizan en mayor medida entre semana, porque se percataron que los comerciantes ya no distribuyen la carne los domingos.
Los decomisos también se efectúan con el personal de la Capitanía de Puerto de Nuevo Rocafuerte. Cuando un vendedor es aprehendido con la carne o es relacionado con la venta recibe una primera advertencia de las autoridades. Pero si es reincidente puede ser detenido, de uno a tres años.
Entre las especies más comunes que se decomisan en los operativos está la carne de guanta, venado, guatín, saíno, huangana, mono ardilla o barizo.
Los operativos se realizan cada semana y en lo que va de este año ya se han decomisado unas 400 libras de carne de estos animales.
Los mayores beneficios económicos de esta actividad ilegal van a los intermediarios y dueños de locales de comida, mientras que los cazadores perciben ingresos insignificantes. Un lugareño de Coca contó que los comerciantes les dan unos USD 10 por la pata entera de guanta y como la entrega es tan rápida no revisan los billetes. Incluso hay algunos que ni saben bien cuánto reciben ni reclaman. Las entregas se hacen en mochilas y fundas de basura.

La cacería

Las comunidades  indígenas cazan primates, roedores y hasta felinos como el jaguar, cuya población ha experimentado una reducción del 25% en la
última generación. Hasta el 2011 se presumía  que había  menos de
2 000 individuos adultos.
Los colonos que  viven en esta región también comercializan la  carne en los  comedores que hay en    Coca, Tena,  La Joya de los Sachas y Lago Agrio.
La cacería del tapir  quedó prohibida en el 2010,  para permitir la reproducción de las pocas hembras que quedan. La restricción es por tres años. Las comunidades Waorani se han comprometido a no cazar  tapires para la venta,  solo para consumo.
Los efectos de la cacería  son más evidentes  en las poblaciones nativas de huanganas, maquisapas y pavas de monte, que han disminuido drásticamente.

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