A tan solo cuarenta minutos hacia el noreste del
río Napo está Yarina un centro turístico o también llamado lodge, donde el
tiempo se detuvo para permitir apreciar la bondad del supremo creador.
El bote parte desde el malecón de Orellana, los turistas inician un recorrido
de tres días que recordarán por siempre. Sus ojos maravillados se dirigen hacia
coloridas aves que pululan por las riberas del río Napo, sus cantos inundan el
ambiente quizás tratando de recordarle al hombre que deje ya de ser el animal
más depredador de la naturaleza. Como muestran las comunidades indígenas que
viven en armonía con su hábitat.
Durante la travesía japoneses, argentinos, alemanes y turistas nacionales formaban un grupo que a medida que la lancha dejaba tras de sí suaves olas en el Napo, iban observando absortos la variedad de flora y fauna existente en la zona. Los minutos se les hacían eternos, el deseo de llegar a la morada del caimán rompía la noción del tiempo, era como si las manillas del reloj de pronto se habían detenido… de pronto allí ante sus ojos estaba Yarina para deleitar a sus visitantes con toda una variedad de actividades como escalar las 136 gradas de la torre de observación de aves exóticas construida en la copa de un árbol que fácilmente sobrepasa los 30 metros de altura.
Daniel López, guía turístico agarraba en su mano un moderno larga vistas, apoyado en sus codos sobre el pequeño balcón de la torre de observación se prepara para admirar la belleza de las aves en estado puro.
El tucán, hoazin negro, cacique, pájaro de cola amarilla, oro péndula, tityra, martin pescador, atrapa moscos, garza negra y garza blanca en cada vuelo entonan sus cantos y el colorido de su plumaje no hace más que adornar esta muestra pictórica viviente. Los guías turísticos, viajeros y fanáticos de la fauna tropical de la Amazonía
Ecuatoriana con diccionario de aves en mano continuaron con la toma de fotografías de los pájaros e identificaban los colores y clasificaban su variedad.
El Rey de Yarina es el Caimán.
En la noche, la misma comitiva de viajeros está ansiosa de enfrentar el reto más esperado, la sangre fluye rápido, la tensión se nota en el ambiente, aun así se embarcan en la aventura de navegar en la laguna de Sapococha, hogar del caimán.
Con la ayuda de una linterna a lo lejos se divisan unos débiles destellos, pareciera como si un tronco que flota sobre la superficie del agua cobrara vida, se trata de un caimán de más de un metro que está de cacería. Para acechar a su presa permanece inmóvil por horas, observa cada uno de los movimientos para atacar en
el momento apropiado.
Este saurio de la familia de los cocodrilos, del género de ALLIGATOR, tiene sus dientes totalmente desiguales, puede llegar a medir entre 3 a 6 metros, las patas provistas de una membrana interdigital completa le permiten desplazarse silenciosamente, tanto en el agua como en la tierra y son muy veloces en su traslado por los ríos.
Los aguzados dientes que recubren ambas mandíbulas, le permiten retener la presa, pero no masticar, de modo tal que debe cortar trozos que pueda tragar enteros. En muchos casos para matar a la presa se sumerge con ella entre las fauces, permaneciendo bajo el agua hasta ahogarla y seguidamente gira sobre sí mismo hasta arrancar pedazos que pueda deglutir .
Aún con el respeto que infunde el caimán de Yarina es el atractivo mayor pues es una oportunidad para encontrarnos con uno de los especímenes que han habitado por millones de años este planeta, mucho antes que el hombre. Sapococha es una de las pocas moradas en que este saurio seguirá siendo el rey por mucho tiempo.
Durante la travesía japoneses, argentinos, alemanes y turistas nacionales formaban un grupo que a medida que la lancha dejaba tras de sí suaves olas en el Napo, iban observando absortos la variedad de flora y fauna existente en la zona. Los minutos se les hacían eternos, el deseo de llegar a la morada del caimán rompía la noción del tiempo, era como si las manillas del reloj de pronto se habían detenido… de pronto allí ante sus ojos estaba Yarina para deleitar a sus visitantes con toda una variedad de actividades como escalar las 136 gradas de la torre de observación de aves exóticas construida en la copa de un árbol que fácilmente sobrepasa los 30 metros de altura.
Daniel López, guía turístico agarraba en su mano un moderno larga vistas, apoyado en sus codos sobre el pequeño balcón de la torre de observación se prepara para admirar la belleza de las aves en estado puro.
El tucán, hoazin negro, cacique, pájaro de cola amarilla, oro péndula, tityra, martin pescador, atrapa moscos, garza negra y garza blanca en cada vuelo entonan sus cantos y el colorido de su plumaje no hace más que adornar esta muestra pictórica viviente. Los guías turísticos, viajeros y fanáticos de la fauna tropical de la Amazonía
Ecuatoriana con diccionario de aves en mano continuaron con la toma de fotografías de los pájaros e identificaban los colores y clasificaban su variedad.
El Rey de Yarina es el Caimán.
En la noche, la misma comitiva de viajeros está ansiosa de enfrentar el reto más esperado, la sangre fluye rápido, la tensión se nota en el ambiente, aun así se embarcan en la aventura de navegar en la laguna de Sapococha, hogar del caimán.
Con la ayuda de una linterna a lo lejos se divisan unos débiles destellos, pareciera como si un tronco que flota sobre la superficie del agua cobrara vida, se trata de un caimán de más de un metro que está de cacería. Para acechar a su presa permanece inmóvil por horas, observa cada uno de los movimientos para atacar en
el momento apropiado.
Este saurio de la familia de los cocodrilos, del género de ALLIGATOR, tiene sus dientes totalmente desiguales, puede llegar a medir entre 3 a 6 metros, las patas provistas de una membrana interdigital completa le permiten desplazarse silenciosamente, tanto en el agua como en la tierra y son muy veloces en su traslado por los ríos.
Los aguzados dientes que recubren ambas mandíbulas, le permiten retener la presa, pero no masticar, de modo tal que debe cortar trozos que pueda tragar enteros. En muchos casos para matar a la presa se sumerge con ella entre las fauces, permaneciendo bajo el agua hasta ahogarla y seguidamente gira sobre sí mismo hasta arrancar pedazos que pueda deglutir .
Aún con el respeto que infunde el caimán de Yarina es el atractivo mayor pues es una oportunidad para encontrarnos con uno de los especímenes que han habitado por millones de años este planeta, mucho antes que el hombre. Sapococha es una de las pocas moradas en que este saurio seguirá siendo el rey por mucho tiempo.
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