La entrevista de Eduardo Galeano al Che que hoy hacemos llegar tuvo lugar el 21 de agosto de 1964, día en el que Bolivia rompió relaciones diplomáticas
con Cuba bajo las presiones de Wáshington en su política de aislar a la Isla del resto de la América Latina.
con Cuba bajo las presiones de Wáshington en su política de aislar a la Isla del resto de la América Latina.
>La
imagen del Che guerrillero en Santa Clara lo presentía batiéndose en la
inhóspita jungla boliviana, y se me mezclaba en la cabeza con el recuerdo del
Che en la conferencia de
Punta del Este, estadista brillante, economista, sombrío profeta; aquel
intelectual refinado que leía antologías de Aguilar en la Sierra Maestra, se sabía
de memoria buena parte del Canto general, hablaba con admiración
de las novelas de Carpentier y se reía del realismo socialista. Pero por
sobre todas las imágenes, o sumándolas, una surgía: era el Che contestando, en
conferencia de prensa, la pregunta de un idiota interesado en saber si él era
argentino, cubano o qué: –Yo soy ciudadano de América, señor –había dicho.
Cuando
conversamos en La Habana, le comenté:
El
destino de Cuba está íntimamente entrabado con el destino de la revolución
latinoamericana. Cuba no puede ser coagulada dentro de fronteras; funciona como
motor de la revolución continental. ¿O no? Y me contestó:
Podría
haber posibilidades de que no. Pero nosotros hemos eliminado las posibilidades
de que no. La posibilidad de que los movimientos revolucionarios latinoamericanos
no estuvieran directamente ligados a Cuba, hubiera podido concretarse si Cuba
accedía a dejar de ser ejemplo para la revolución latinoamericana. Por el solo
y simple hecho de estar viva, no es un ejemplo. ¿De qué modo es un ejemplo? Del
modo como la revolución encara
las
relaciones con los Estados Unidos y el espíritu de lucha contra los Estados
Unidos. Cuba se podía transformar en un ejemplo puramente económico, digamos.
Una
especie de vitrina del socialismo.
Una
vitrina. Esa sería una fórmula que hasta cierto punto garantizaría a Cuba, pero
que la divorciaría de la revolución latinoamericana. No somos vitrina.
¿Y
cómo se irradia una fuerza de ejemplo que no termine en la contemplación? ¿A
través de la solidaridad? ¿Pero hasta dónde puede llegar, cuáles son sus límites?
¿Cómo definiría usted la necesaria solidaridad entre Cuba y los movimientos de
liberación en América Latina?
El
problema de la solidaridad (sí, sí; claro que esto se puede escribir) consiste
en hacer por la revolución latinoamericana todo lo que sea factible dentro de
una situación de derecho, y una situación de derecho es una relación entre
distintos países que llegan a un equilibrio en sus intercambios ideológicos o
políticos, sobre la base de convenciones mutuamente acatadas.
Situación
que se da, solamente, con tres países.
Con
dos. Bolivia rompió relaciones esta tarde.
Descontaba
que el Uruguay no demoraría en hacer otro tanto. Tengo
la impresión [le dije] de que la ruptura del gobierno chileno sorprendió a los
cubanos.
¿Cómo
que nos sorprendió? No nos sorprendió en absoluto.
Sin
embargo, la gente, en la calle, parecía realmente asombrada.
La
gente, puede ser. El gobierno, no. Nosotros sabíamos lo que se venía.
Le
pregunté qué opinaba de ciertas declaraciones del FRAP chileno sobre Cuba, poco
antes del triunfo de Frei.
Pues
nos pareció terrible [dijo].
Sugerí
que podía ser el fruto de las circunstancias: los imprescindibles zigzags en la
ruta hacia el poder a través de las relaciones. Afirmó:
El
poder, en Latinoamérica, se toma por las armas o no se toma.
Movió
la cabeza y agregó:
Ponga:
en líneas generales.
Digamos
entonces la ruta hacia el gobierno, ya que no el poder. Confundir una cosa con
la otra puede resultar grave, ¿verdad? Eso pasó en Brasil, ¿no? Pero entonces
el Che recordó que estaba delante de un periodista: la espontaneidad y la
cautela se robaban el sitio a lo largo de las tres horas de conversación. En el
supuesto caso de que nuevas revoluciones estallaran en América Latina, ¿no se
produciría un cambio de calidad en las relaciones entre Cuba y los Estados
Unidos? Se ha hablado de la posibilidad de un acuerdo de coexistencia, sobre
determinadas bases. Pero si el incendio se propaga, y el imperialismo se ve
obligado a echar agua al fuego, ¿cuál será entonces la situación de Cuba, es
decir, de la chispa?
Nosotros
definimos la relación entre Cuba y los Estados Unidos, en la época actual, como
un automóvil y un tren que van corriendo más o menos a la misma velocidad, y el
automóvil tiene que cruzar el paso a nivel. A medida que se acerca al paso a nivel,
se acerca la posibilidad de confrontación y de choque. Si el automóvil –que sería Cuba– cruza antes que el tren, es decir, si la revolución latinoamericana adquiere cierto grado de profundización, ya se ha pasado al otro: ya Cuba no tiene significación. Porque a Cuba no se le ataca por despecho del imperialismo, sino que se la ataca por la significación que tiene. Quiero decir que si se profundiza la situación revolucionaria en Latinoamérica, hasta un punto tal que obligue a un empleo grande de las fuerzas norteamericanas, una serie de territorios ya no tendrían significación. Ya se habría atravesado el paso a nivel. Nosotros vamos agravando nuestras confrontaciones con los Estados Unidos, día a día, objetiva y fatalmente, a medida que se agrava la situación en Latinoamérica –y lo mejor que tiene
es
lo mal que está. Ahora, si la situación se agrava tan convulsivamente que
obliga a los Estados Unidos, en gran escala, a utilizar fuerzas y recursos grandes,
por su propio peso la significación de Cuba desaparece. Ya el problema
fundamental no es Cuba, como catalizadora, porque ya se ha producido la
reacción química. La incógnita es: si cruzaremos
o no
antes que el tren. Podríamos frenar, pero es difícil que frenemos.
Con
tales perspectivas, ¿hasta qué punto es posible la coexistencia?
No
se trata de Cuba, sino de los Estados Unidos. No le interesa Cuba a los Estados
Unidos, si la revolución no cuaja en Latinoamérica. Si los Estados Unidos
dominaran la situación, ¿qué les importaría Cuba?
Y en
el supuesto caso de que la revolución latinoamericana no estallara, ¿es posible
que Cuba siga adelante?
Claro
que es posible.
¿A
largo plazo?
A
largo plazo. Ya pasó el período peor del bloqueo.
No
me refiero solo a la subsistencia física. Quiero decir si el aislamiento de
Cuba de susm fuentes nutricias latinoamericanas no podría producir problemas de
otro orden: deformaciones internas, rigidez ideológica, lazos cada vez más
fuertes de dependencia. Una revolución latinoamericana enriquecería, sin duda,
al marxismo: permitiría aplicar mejor los esquemas a nuestra realidad peculiar.
Y si la revolución se latinoamericanizara, ¿permitiría que Cuba recobrara su
marco natural de existencia? No es una afirmación: es una pregunta.
Me
parece un poco idealista la cosa. Uno no puede hablar de fuentes nutricias. Las
fuentes nutricias son la realidad cubana, cualquiera que ella sea, y la aplicación
correcta del marxismo-leninismo al modo de ser del pueblo cubano en
determinadas condiciones. El aislamiento puede provocar muchas cosas. Por
ejemplo, que nos equivoquemos en la
forma
de apreciar la situación política en Brasil; pero distorsiones en la marcha de
la revolución, no. Claro que es más fácil para nosotros hablar con un venezolano
que con un congolés, pero en definitiva nos entenderemos perfectamente con los
revolucionarios congoleses,
aunque no hemos hablado todavía con ellos. Hay una identidad en la lucha y en
los fines. Una revolución en Zanzíbar nos puede dar también cosas nuevas,
experiencias nuevas; la unión de Tangañica y Zanzíbar; la lucha de Argelia; la
lucha en Vietnam. Tenemos el delantal indígena de nuestra madre americana,
decía Martí, y está bien, pero nuestra madre americana desde hace tiempo ha
pasado por sucesivas cruzas. Y cada vez más los sistemas son mundiales: un
sistema mundial del capitalismo y un sistema mundial del socialismo. El
hecho de que Argelia sea libre fortalece a Cuba; la
existencia de Guinea la fortalece; la del Congo, también.
Nosotros siempre mantenemos muy clara esa
idea: la identidad de Cuba con todos los movimientos revolucionarios.
A pesar de los parentescos raciales, religiosos, históricos, Argelia está más cerca
de Cuba que de Marruecos.
¿Y
más cerca de la URSS que de Marruecos?
Eso
tendrían que contestarlo los argelinos.
Cuando
usted habla de «sistema mundial del socialismo», menciona países que no
integran el bloque socialista. En esos países, movimientos de carácter
nacionalista, canalizándose hacia el socialismo, le han impreso un fuerte sello
propio.
El
resultado final, necesariamente, es que siempre se va hacia una integración
marxista, o se regresa hacia el campo capitalista. El Tercer Mundo es un mundo
de transición. Existe porque, dialécticamente, existe siempre, entre los
contrarios, un campo donde se profundizan las contradicciones. Pero no se puede
mantener aislado ahí. La propia
Argelia,
a medida que avanza en la profundización del sistema socialista, deja
paulatinamente el Tercer Mundo.
¿No
se puede hablar de un Tercer Mundo transversal al propio bloque socialista? El
conflicto, ya no sordo, entre chinos y soviéticos, fue analizado por algunos
pensadores marxistas, como Paul Baran, como una consecuencia de las
contradicciones internas entre los países socialistas, con diferentes niveles
de desarrollo y diferentes grados de confrontación con el imperialismo.
La
muerte de Paul Baran me produjo una profunda impresión. Yo lo estimaba mucho;
él había estado aquí, con nosotros.
>Imperturbable,
movía su habano, en silencio; miraba mi lápiz bic como
a un intruso protagonista del diálogo; decidí guardarlo. En adelante, el Che Guevara
respondió a un bombardeo de preguntas sobre temas económicos. De la Conferencia
de Ginebra («la razón la tienen unos, pero las cosas las tienen otros») a los
errores cometidos en el proceso económico interno, el Che Guevara habló largo y
tendido. Hasta que un enemigo irrumpió en la habitación para recordar al
ministro de Industrias que surival le aguardaba desde hacía veinte minutos ante
el tablero de ajedrez, en el piso de abajo. Y no era cosa de perderse el
campeonato así como así.
Tomado: Casa de las Americas / Cuba
No hay comentarios:
Publicar un comentario