jueves, 24 de mayo de 2012

24 de Mayo de 1822, Batalla del Pichincha



La lid histórica ganada por el Ejército hace 188 años y que liberó definitivamente al país del colonialismo español sigue siendo conmemorada por los ecuatorianos y estudiada como una prueba clara de la destreza militar.
Según los textos de historia, luego de la liberación de Riobamba, el 21 de abril de 1822, se preparaba la batalla final, la marcha sobre Quito.
Era el 23 de mayo. En una noche resplandeciente marchaban sigilosamente las tropas de Sucre con dirección al Pichincha. El silencio era solemne, los movimientos eran cautelosos y ordenados.
La caminata duró algunas horas: al amanecer del 24, hallándose en el punto estratégico, el panorama era magnífico y causaba asombro a los que por primera vez pisaban este suelo en el cual se iba a celebrar una de las batallas más importantes de la libertad americana.
Era un gran ejército de 3.000 hombres, curtidos por los campamentos y las batallas anteriores. Ellos se habían cubierto de gloria en las llanuras del Apure, en los campos de Carabobo y Boyacá, o en las jornadas de Maipú y Chacabuco.
Llegaron de todas partes, del norte, del sur, para defender la más grande e inmortal de las causas: la libertad.
Las tropas del mariscal Sucre estaban conformadas por hombres como el general Mires, los coroneles Morales, José María Córdova, Santa Cruz y otros uniformados valientes y decididos a entregar su vida por defender su patria.
Los fuegos rompieron a las nueve y media de la mañana entre el grueso del ejército español del general Melchor de Aymerich y las tropas que mandaba el general Córdova, compuestas de dos compañías del Magdalena, los Cazadores del Paya y el batallón peruano Trujillo.
Media hora y cesa el combate.
Más municiones y vuelve reforzada por dos compañías del Yaguachi, al mando del coronel Morales y la restante de la infantería del general Mires.
Nuevamente consumidas las municiones, los patriotas se despliegan, los realistas se arrojan sobre ellos creyéndolos vencidos.
Compañías españolas se desprenden para flanquear la izquierda de Sucre, a su encuentro salen otras tres del Albión, cuerpo formado por aquellos bravos ingleses que vinieron a derramar su sangre en la conquista de la libertad americana.
En la gloriosa batalla, Antonio José de Sucre dirigía con paciencia y decisión. Se da orden de cargar a bayoneta y comenzó la más fuerte del combate.
El choque fue horrendo. Se combatía irresistiblemente.
Los muertos y heridos rodaban por el precipicio.
Entre los soldados de la independencia había un joven que desde hace tiempo se distinguió por su valor y serenidad ante el peligro.
Herido combatía ardorosamente y con ejemplar valor gritaba:
¡Adelante, amigos míos, avancen muchachos!
Este joven era el héroe Abdón Calderón.
Al fin los españoles cedieron el campo, precipitándose por entre las quebradas y riscos.
A las doce del día, bajo un sol resplandeciente, los soldados de la libertad gritaron victoria.
Y es que la victoria de mayo no solo emancipó del coloniaje a la entonces Presidencia de Quito, hoy República del Ecuador, sino que también facilitó la marcha de los ejércitos de liberación que Simón Bolívar mantenía en Colombia, hacia el Perú, todavía sometido a la monarquía, para dar batallas finales en Junín y Ayacucho, con las que selló la independencia de América del Sur.

Los héroes de la batalla
Antonio José de Sucre
El gran estratega

Nació en Cumaná, actual Venezuela, en 1785 y murió en Sierra de Berruecos, Colombia, 1830. Militar y político venezolano. Fue miembro de una familia patricia venezolana de larga tradición militar al servicio de la corona española.
Educado por su tío José Manuel, a los quince años se alistó en el ejército patriota como alférez de ingenieros y participó en la campaña de Miranda (1812) contra los realistas, durante la cual ascendió a teniente.
Su arrojo y sus dotes para la guerra determinaron su ascenso a teniente coronel, y como tal tomó parte en la ofensiva sobre Caracas. Con el grado de general de brigada marchó en 1818 a Angostura, donde Simón Bolívar había instalado su cuartel general y organizaba la República.
Allí se convirtió en uno de sus mejores lugartenientes y se ganó la amistad y el respeto del Libertador, quien destacó siempre sus dotes militares y su elevado sentido de la moralidad.

Abdón Calderón Garaicoa
El héroe niño

Abdón Calderón Garaicoa nació en la ciudad de Cuenca (Azuay) el 20 de julio de 1804. Sus padres fueron don Francisco Calderón y doña Manuela Garaicoa y Olmedo.
Abdón Calderón heredó de su padre, también un militar, el sacrificio, valentía, desprendimiento, patriotismo. Se integró desde niño a las fuerzas independentistas por su enorme sensibilidad y por la tragedia que significó la muerte de su padre por fuerzas realistas, juró vengar esa muerte infame.
Pese a su juventud, Abdón Calderón, antes de la Batalla del Pichincha, era un veterano de guerra, según la hoja de servicios en el ejército. Se bate heroicamente en la Batalla de Pichincha, acribillado a balazos no quiere retirarse del combate. Muere días después, según algunos autores a causa de disentería. Es ascendido después de muerto a capitán.
Su muerte en la Batalla de Pichincha es solo una figura literaria que fue convertida en mito por la pluma de Manuel J. Calle, quien narró la epopeya del “héroe niño”.

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